El colecho ocurre cuando la díada madre-hijo comparte la misma superficie para dormir con contacto corporal durante parte o toda la noche. Es parte de un antiguo complejo de comportamiento, normalmente incluyendo la lactancia materna, el cual representa el microambiente biopsicosocial en el que los bebés humanos evolucionaron con sus madres a lo largo de cinco millones de años de historia humana.

Hasta el siglo XX, incluso en Occidente, el sueño infantil no se consideraba un problema o motivo de preocupación. Se suponía que los bebés dormían con facilidad y que regulaban su propio sueño. Dormían en la cama de los padres o en una cuna al lado de la cama mientras que la hora de acostarse y las siestas no estaban reguladas y eran determinadas por los progenitores. Sin embargo, a principios del siglo XX, los adultos en los Estados Unidos comenzaron a expresar su preocupación por el sueño de los niños. El sueño de los bebés y los niños en Occidente experimentó cambios considerables con la ayuda de los consejos de expertos médicos para regular el sueño. Desde los populares manuales para padres en 1917 hasta el surgimiento del conductismo en la nueva psicología en la década de 1930, se les decía a los padres que debían regular estrictamente los hábitos de alimentación y sueño de sus hijos para un desarrollo óptimo, preferiblemente poniéndolos en un horario rígido para aumentar la cantidad de sueño que recibían y para reducir el despertar nocturno.

La evidencia antropológica muestra claramente que la supervivencia infantil a lo largo de la evolución humana requirió un contacto y un porteo constantes entre madre e hijo, y este contacto se extendió más allá del día al contexto nocturno.

¿Riesgos del colecho? ¿O los riesgos del contexto de colecho? El Dr. Vicente Bernat, neuropedia en formación, nos explica:

Según recoge la Asociación Española de Pediatría (AEPED) en su documento de consenso de 2014, la forma más segura de dormir para los lactantes menores de 6 meses es en su cuna, boca arriba y cerca de la cama de sus padres. No obstante, muchas familias optan a día de hoy por practicar el colecho. Esta es una costumbre con amplia variabilidad que depende, entre otros factores, de la costumbre cultural de cada país. Así, mientras que en muchos países se trata de una práctica común, en España (y en países europeos en general) es mucho menos habitual.

En nuestro medio, la decisión de practicar el colecho debería ser una opción de cada familia. De esta manera, lo más importante es que aquellas familias que deseen realizarlo estén adecuadamente informadas de sus riesgos –principalmente el riesgo de muerte súbita del lactante (SMSL), especialmente en determinadas circunstancias y en lactantes menores de 6 meses de edad. A este respecto conviene atender de nuevo a las recomendaciones de la AEPED al respecto. Así, a pesar de que el colecho es beneficioso para la lactancia materna y esta tiene un efecto protector frente al SMSL, éste a su vez puede estar favorecido por el colecho. Por ello no se recomienda la práctica del colecho en las siguientes circunstancias:

  • Lactantes menores de 3 meses de edad.
  • Prematuridad y bajo peso al nacimiento.
  • Consumo de tabaco, alcohol, drogas o fármacos sedantes por parte de los padres.
  • Situaciones de cansancio, especialmente de cansancio extremo (postparto).
  • Colecho sobre superficies blandas.
  • Compartir la cama con múltiples personas (otros familiares, con otros niños).

Por otra parte, cabe destacar que existen alternativas válidas al colecho. Aquellas familias que deseen mantener la proximidad con su bebé durante la noche, pueden optar por colocar la cuna al lado de la cama o utilizar una cuna tipo “sidecar” (superficie independiente adosada a la cama de los padres), práctica que no sólo no interfiere con la lactancia, sino que la facilita también, aunque sin los riesgos potencialmente asociados al colecho.

Es necesario comprender que las actitudes de los padres sobre el sueño infantil están influenciadas por su contexto sociocultural e histórico. Estas actitudes, a su vez, determinan si los padres ven el sueño/despertar de sus bebés como algo normal o problemático. Mientras tanto, el mismo contexto sociocultural e histórico, junto con diferentes enfoques preteóricos, influyen en cómo los expertos en sueño ven el sueño infantil, los problemas, el despertar nocturno y la consolidación del mismo.

Los estilos de vida, las expectativas y las actitudes de los padres cambian mucho más rápido que la biología infantil. Brindar a los padres una mejor comprensión del sueño infantil «normal» ayudará a alinear sus expectativas para que puedan equilibrar la elección y las prácticas que optimizan las necesidades de sueño infantil.