
La mayoría de los deportistas aficionados suelen entrenar en exceso, lo que significa que podrían lograr un mejor rendimiento o al menos mantener el mismo nivel con un estímulo de entrenamiento menor. En general, la gestión de las cargas de entrenamiento es deficiente en estos ámbitos.
Muchos deportistas siguen programas genéricos que no se adaptan a sus necesidades individuales ni tienen en cuenta las variaciones fisiológicas en diferentes microciclos.
A menudo, se siguen rutinas semanales preestablecidas sin considerar circunstancias como la falta de sueño y la fatiga, lo cual es común, por ejemplo, si alguien duerme 4 horas un miércoles y no tiene en cuenta cómo puede afectar a/los entrenamientos de la semana.
También existen aquellos que creen en la filosofía de «más siempre es mejor», una mentalidad frecuente entre triatletas, o aquellos que se basan en los programas de entrenamiento de atletas de élite.
Esta misma dinámica se aplica al entrenamiento de fuerza. Aunque el sistema neuromuscular responde bien a los estímulos, también es muy sensible a la fatiga.
En resumen, encontrar el estímulo óptimo que conduzca al máximo rendimiento es una tarea que en ocasiones requiere de la ayuda de un mentor.
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