
Se ha demostrado que decir palabrotas o utilizar un lenguaje tabú con potencial ofensivo mejora el rendimiento físico durante tareas cortas e intensas que requieren el desarrollo de la fuerza y la potencia.
Si bien se han observado efectos ergogénicos consistentes de las palabrotas en los estudios, los mecanismos por los cuales las palabrotas afectan el rendimiento físico no están completamente claros. Se ha demostrado que las palabrotas modulan las respuestas fisiológicas (la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la conductancia de la piel), psicológicas (la desinhibición) y nociceptivas (el umbral del dolor, la tolerancia al dolor, la percepción del dolor), lo que hace plausible que estos mecanismos permitan que las palabrotas afecten positivamente el rendimiento físico.
«Joder» y «mierda» son las palabras usadas con más frecuencia.
Decir «tacos» se puede utilizar fácilmente, es rentable y parece ser una potente intervención ergogénica. Si bien la evidencia descrita respalda el uso de palabrotas para mejorar el rendimiento físico, esto puede no ser factible para todas las personas o en todas las situaciones. La naturaleza tabú de las palabrotas puede limitar su utilidad en situaciones del mundo real.
Si bien no se comprenden por completo los mecanismos que mejoran el rendimiento físico a partir de las malas palabras, parece ser una combinación de activación simpática, hipoalgesia y aumento de la desinhibición del estado.
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