
Los cerebros humanos requieren actividad física para funcionar de manera óptima porque su fisiología evolucionó durante miles de años a través de individuos homo que rara vez podían evitar la actividad física regular para sobrevivir.
Además, debido a que la energía de los alimentos era limitada, evolucionaron para requerir estímulos de la actividad física para ajustar la capacidad a la demanda. En consecuencia, los cerebros humanos están mal adaptados a la inactividad física excesiva.
La supervivencia y el éxito reproductivo entre los humanos, como en todos los animales, dependen de la capacidad de moverse para obtener recursos, encontrar pareja y evitar a los depredadores.
Específicamente, los humanos están bien adaptados para actividades que requieren resistencia en lugar de potencia. El surgimiento de la caza y la recolección significó una fuerte dependencia de las actividades que requieren resistencia, sobre todo caminar largas distancias.
En las sociedades de cazadores-recolectores, todos ayudan a todos, independientemente de si son parientes, y casi todas las actividades son esfuerzos colectivos, incluida la búsqueda de alimento y el procesamiento de alimentos, la producción de herramientas y el mantenimiento de campamentos, y el cuidado de niños y enfermos. Otra habilidad cognitiva clave esencial para la caza y la recolección es la capacidad de adquirir y procesar mentalmente información ecológica compleja en diferentes hábitats y condiciones.
Por tanto, la evolución de la caza y la recolección presumiblemente seleccionó los cambios cerebrales que mejoraron las habilidades de pensamiento y aumentaron la motivación para participar en actividades esenciales para la supervivencia de los cazadores-recolectores. Las adaptaciones neurológicas que alentaron las actividades físicas basadas en la resistencia habrían sido especialmente importantes, dada la fuerte presión para evitar tales actividades impuestas por sus costos energéticos.
Aunque los profesionales sanitarios pueden pensar en el ejercicio como una estrategia para prevenir o ayudar a tratar enfermedades, los biólogos evolutivos piensan en la actividad física como una adaptación antigua.
Es casi seguro que la propensión humana a la actividad física no evolucionó porque promoviera la salud, sino porque aumentó la capacidad de las personas para obtener recursos y producir descendencia.
¿Por qué los cerebros humanos dependen de la actividad física para funcionar de manera óptima? Desde una perspectiva evolutiva, hasta hace muy poco, los humanos nunca podían evitar la actividad física; por lo tanto, los cerebros requieren actividad física simplemente porque evolucionamos para ser físicamente activos. La pregunta más interesante y quizás menos obvia es por qué los cerebros humanos evolucionaron para funcionar tan mal sin actividad física.
Siempre se favorecerán los mecanismos evolutivos que limitan el desperdicio de energía y asignan la mayor cantidad de energía posible a la producción de descendencia. Como resultado, muchos sistemas fisiológicos energéticamente costosos requieren un estímulo funcional para ajustar la capacidad a la demanda para reservar energía para la reproducción.
En el cerebro, el aumento de los niveles de actividad física, especialmente el ejercicio aeróbico, da como resultado una mayor producción de factores neurotróficos que, a su vez, aumentan la neurogénesis, la neuroprotección y la función cognitiva.
Así como las caries alguna vez fueron raras pero ahora son comunes porque nuestros dientes están mal adaptados a las dietas ricas en azúcar y almidón, numerosas enfermedades crónicas no infecciosas se han vuelto más frecuentes y graves porque los humanos no evolucionaron para ser físicamente inactivos como lo son muchas personas en la actualidad.
Varias enfermedades neurológicas y psiquiátricas son buenas candidatas como “enfermedades de desajuste”, especialmente aquellas en las que la inactividad física es un factor de riesgo o puede acelerar la progresión de la enfermedad, como la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, la ansiedad y la depresión. Dado que la prevalencia de algunas de estas enfermedades aumenta con la edad, se podría esperar que la mayor esperanza de vida actual sea responsable de la carga actual de condiciones particulares en los ancianos. Sin embargo, aunque esto puede ser parcialmente cierto, la longevidad de los cazadores-recolectores es mayor de lo que comúnmente se supone, siendo la edad modal de muerte adulta en los cazadores-recolectores modernos de 68 a 78 años.
Los cerebros humanos requieren actividad física para funcionar de manera óptima porque evolucionaron entre nuestros ancestros cazadores-recolectores que casi nunca pudieron evitar la actividad física regular basada en la resistencia. Están adaptados para obtener importantes beneficios para la salud de deportes y otras actividades atléticas, especialmente aquellas que involucran ejercicio aeróbico.
Wallace, Ian J. (2018). [Handbook of Clinical Neurology] Sports Neurology Volume 158 || Sports and the human brain: an evolutionary perspective. , (), 3–10. doi:10.1016/B978-0-444-63954-7.00001-X
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